One can have a small adventure in Guatemala while getting lost in the intricate system of streets and other zones in the city. Ironically, I got lost after I had already arrived to my destination. As I was turning around the block to find parking, one wrong turn led to an avenue which led to a bridge which led to a tunnel which led to the other side of the city. The students that had arrived to a SPU morning workshop then took to the streets, like a salvation brigade to find me. Amazingly, artist Jorge de León spotted me confused amidst some avenue, and brought me to safe havens.
The key component of the SPU stay here was a performance art seminar that brought together a wide variety of artists. According to my host Rosina Cazali, “this was the first performance art seminar in the history of Guatemala”. Since the subject of this stop was the very notion of “unrest”, we developed speeches that reflected this idea. After that, we wrote a collective text that served as the Guatemala Address.
The evening discussion, entitled “Unrests and the Panamerican Dream” consisted in an interesting, if disheveled, exchange between specialists from other areas, such as writer Luis Aceituno, sociologist Carolina Escobar and Mario Palomo. Throughout the evening, what seemed to predominate was a general perplexity for what exactly the SPU project was about. One audience member was skeptical about its “sources of funding”. I was later explained that this question was connected to the many international philanthropic initiatives from outside that may have self-serving goals. Regardless of how much I tried to describe the project, I felt that this perplexity never quite entirely abandoned the room, which gave it more of a performance piece feeling than what was intended. The discussion brought interesting issues, however, such as Carolina Escobar’s comment that it should be through differences and peculiarities, not similarities, through which a Latin American connection should be made. Mario Palomo spoke about chaos as an important and beneficial force, and Luis Aceituno invoked Latin American literature of the XXth century, calling to bring back the nationalist and internationalist efforts of many important writers. His position turned out to be the most conservative (“I am not opposed to the idea of the copy”), while Escobar made more proactive arguments for self-introspection and critique. “In Mexico, there is great complaints for the U.S. immigration policy, but Mexicans have one of the harshest immigration policies themselves. We should also look at ourselves in that way”.
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Esta página podría haber encontrado su fin cuando el cable de mi computadora mag g4 pareció quemarse al conectarlo en un enchufe en el hotel Gran Petén de Flores. La angustia de perder el acceso a esta computadora fue bastante grande; sin embargo afortunadamente encontramos una tienda de Macintosh en Guatemala que me vendió el cable. Debimos reconocer que esta fue una de las instancias en que agradecimos la expansión corporativa.
La segunda pequeña aventura de la estancia en Guatemala fue perderse por el entreverado sistema de calles y zonas que tiene la ciudad. Irónicamente, el extravío se dio ya habiendo llegado a mi destino, pero por no poder entrar en una calle que estaba cerrada, una vuelta me condujo a una avenida que me conectó con un puente y con un túnel, y pronto estaba en otra parte de la ciudad. Los estudiantes que habían asistido al taller de la mañana salieron, como brigada, a buscarme por las calles. Increiblemente, Jorge de León me encontró en una esquina y de ahí partimos a la salvación.
El componente fundamental de la presencia de la EPD en Guatemala fue un seminario de performance en el que participó toda una variedad de artistas. De acuerdo a Rosina Cazali, “este fue el primer seminario de performance en la historia de Guatemala”. Como el tema de esta parada fue la noción misma del desasosiego, se realizaron pequeños discursos sobre temas inquietantes. La segunda parte del taller consistió en armar estos discursos de forma conjunta para realizar el texto colectivo que se incluye abajo.
La discusión de la tarde, titulada “Desasosiego y el sueño Panamericano”, consistió en un intercambio interesante pero extraño, con la participación del escritor Luis Aceituno, la socióloga Carolina Escobar y Mario Palomo. Ante todo, lo que pareció predominar fue la perplejidad constante por entender “en qué consitía” el proyecto de la EPD. Por varios esfuerzos que hice para describir sus orígenes, intenciones y formato, esta perplejidad no pareció abandonar nunca a los ponentes ni a buena parte del público, lo cual le dio cierto aspecto de performance a la velada. La discusión incluyó sin embargo contribuciones importantes como el comentario de Carolina Escobar de que es a través de las diferencias, no de las similitudes, donde se debe encontrar un sentido de comunidad en latinoamérica. Mario Palomo habló de la importancia del caos en nuestros países y su papel en la cultura. Luis Aceituno invocó a la literatura latinoamericana del siglo veinte y habló de rescatar sus visiones tanto nacionalistas como internacionalistas. El desasosiego Guatemalteco, se concluyó, ha sido un motivo fundamental para alimentar el arte aquí. La postura de Aceituno resultó ser la más tradicionalista, cuando se hablaba de imitación de modelos: “yo no me opongo a la noción de la copia”; mientras que Escobar miró de manera imaginativa a la forma en que se puede combatir la hegemonía, como por ejemplo el implementar una mirada introspectiva hacia los propios prejuicios nacionales. “Así como México se queja de la política migratoria de los Estados Unidos, ellos tienen que reconocer que su país mismo tiene una de las políticas migratorias más rígidas.” Escobar sugirió que Guatemala necesitaba de esa clase de autoexamen de sus propios desasosiegos.