Day 48 / Día 48

We arrived to the city of Toluca in the State of Mexico on the very day of the presidential elections—a decisive moment for the future of the country. This year’s elections revealed a highly divided country between the candidates Andrés Manuel Lopez Obrador (from the center-left party) and Felipe Calderón Hinojosa (from the center-right wing party).  It is in this climate of political identity crisis where we had, very appropriately, a debate about national symbols and the iconography that defines a country. The debate took place at the Autonomous University of the State of Mexico with Luisa Barrios as host. The presenters gave a good panorama of the way in which the image and national politics interweave. The Colombian artist Alvaro Villalobos spoke about artists that, according to him, have subverted the values and meaning of national symbols, such as the work of Colombian Armando Arias who made an installation with cocaine as material. Eduardo Chavez gave a review of the many national icons in Mexico, arguing that the national iconography of a country follows a script of  “eternal return”, within which a certain icon is recycled over generations. And Jose Luis Barrios, philosopher and director of the magazine Curare, made an interesting image analysis of the Mexican presidency, showing the way in which presidents make use of patriotic signs and historic iconography in order to send coded messages and communicate power. We spoke about the generation of Mexican artists of the 90s and the way in which, according to Barrios, they detach from the critical view of the more common Mexican icons in contrast to the generation of Neo-mexicanist artists of the 80s.

At an open form that took place after the discussion, we talked about what constitutes a national and regional identity when we speak about aesthetic terms. In the beginning, participants mentioned the way in which Toluca is seemingly forced to define itself in relationship to Mexico City, which is located one hour away. One teacher said that the notion of ‘periphery’ comes out of a power relationship where the “other” unsuspectingly fulfills its role by allowing to be defined by a dominant entity, and added: “the true provincial people are the residents of Mexico City, because they believe in the existence of a province”. There was real debate and disagreement on whether there is such a thing as ‘art from Toluca”, which brought us back to the debate around the use of local references and symbols. One teacher asked on whether the very notion of construction of identity is not but a trap. We concluded speaking about the individual and how the self is positioned between the local and global context. Both the morning and the afternoon debates showed a concern for “officialism” and its still strong influence in the art scene in Mexico. We did not find a solution, although there seemed to be consensus on the idea that true individualism has to be of a critical kind, and the whether we use local or external references, these have to be included in our visual vocabulary with a certain criteria that may not be ruled exclusively by intuition. 

 

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Llegamos a la ciudad de Toluca, Estado de México, el día de las elecciones presidenciales, un momento decisivo para el futuro del país. Las elecciones de este año han revelado un país profundamente dividido entre los candidatos Andrés Manuel Lopez Obrador, del partido centro-izquerda y Felipe Calderón Hinojosa, del partido de centro- derecha. Es en este contexto de confusión de identidad política nacional donde tuvimos precisamente, y apropiadamente, una discusión sobre los símbolos nacionales y la iconografía que define a un país, en la Universidad Autónoma del Estado de México invitados por Luisa Barrios. Los ponentes dieron un diverso panorama de la manera en que la imagen y la política nacional se intercruzan. El artista colombiano Alvaro Villalobos habló de los artistas que, a su ver, “ han logrado subvertir los valores y los significados de los simbolos” nacionales, como una obra del colombiano Armando Arias en la que utilizó cocaina—un símbolo nacional de Colombia—para realizar una instalación. Eduardo Chávez dio un repaso de los varios símbolos nacionales mexicanos, argumento que la iconografía de una nación se rige por el guión del ‘eterno retorno’, dentro del cual un símbolo se va renovando a lo largo de las gneraciones. El filósofo y director de la revista Curare, José Luis Barrios, hizo un interesante análisis de imagen de la presidencia mexicana, mostrando la manera a través de la cual los símbolos patrios y la iconografía histórica son manipulados para mandar mensajes de poder a través de los medios. Se habló de la generación de artistas mexicanos que emergieron en los noventa, y la forma en que éstos, de acuerdo a Barrios, no se involucran ya en la crítica directa de los símbolos nacionales como sucedió en la década previa. 

En un foro abierto posterior a la discusión, se habló acerca de lo que constituye una identidad nacional y regional cuando se habla en términos estéticos. El debate comenzó con analizar la forma en que Toluca se ve obligada a definirse en relación a la ciudad de México, que se encuentra a una hora de distancia. Un profesor opinó que el problema de la periferia es esencialmente una relación de poder donde el “otro” adopta ese papel por dejarse definir por un ente dominante. “Los verdaderos provincianos son la gente de la ciudad de Mexico, que creen en la existencia de una provincia’. Hubo debate y discrepancia acerca de si existía un arte ‘mexiquense”, lo cual condujo a una conversación acerca de la pertenencia de símbolos y referentes culturales, y a si la noción misma de la construcción de identidad no es en sí una trampa. Se concluyo hablando acerca de la individualidad y como esta se sitúa en el ámbito de lo local y lo global. Tanto el debate de la mañana como el foro público de la tarde revelaron una preocupación por la manera en que el ‘oficialismo’ aún impera en el mundo del arte de México. El antídoto a esta tendencia no se encontró en el debate, aunque pareció haber consenso en pensar en que el verdadero individualismo tiene que ser un individualismo crítico que ya sea valiéndose de referentes locales o externos tiene que tener en cuenta un criterio que no se rija exclusivamente por la intuición.