Day 40 / Día 40

The SPU project closed with a bang in its North American stops with a brief but memorable stop at LAXART, becoming the first public program of this space’s history. Lauri Firstenberg and her collaborators worked with us to offer an evening of performances and presentations with local L.A. artists on the subject of “Lost Causes”. The curious and interesting mix included  our longtime collaborator and colleague, Ryan Hill, who read from a list of personal lost causes, ranging from baldness to “applying French theory”. Artist and architect Fritz  Haeg presented his project “Edible Gardens”, which consisted in his traveling to places like Kansas to work on landscaping and developing vegetable gardens in traditional suburban homes. Marc Herbst, editor of the Journal of Aesthetics and Protest, presented an “cabaret performance” inspired on the Journal’s current issue on failure, acting out cultural and ethnic stereotypes. Artist and activist Dont Rhine spoke about eh AIDS fight and the work that he has done as part of the collaborative Ultra-Red to increment awareness on the issue.  Zoe Crosher, an artist who has been documenting the peculiar aspects of one-night cheap motels in the area, brought one motel manager to the discussion.  Ruben Ortiz-Torres spoke about the ideals of Panamericanism as he had seen them expressed in popular graphics and prints that emerge accross the americas from protests and social movements. And Deborah Cullen, representing the co-host Institute of Cultural Inquiry, spoke about the lost causes that this organization champions. The combination of presentations ranged from the outright cabaret-performance to the academic presentation, and yet, all seemed to revert to the main theme on how art seems to be a common way to respond to seemingly lost fights. But as the presenters showed, like the search of Panamerica,

Next stop: Mexicali.

 

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El proyecto SPU finalizo con un estallido en sus paradas Norteamericanas con una breve pero memorable desempeño en LACART, convirtiéndose en el primer programa publico de este espacio histórico. Lauri Firstenberg y sus colaboradores trabajaron con nosotros para ofrecer una tarde de actuaciones y presentaciones con los artistas locales de L.A. sobre el tema de las “Lost Causes” (‘Causas Perdidas’).

La curiosa e interesante mezcla incluía a nuestro viejo colaborador y colega, Ryan Hill, quien leyó una lista personal de causas perdidas, las cuales trataban con varios temas, desde la calvicie hasta la “aplicación de la teoría francesa.”

El artista y arquitecto Fritz Haeg presento sus proyecto, “Edible Gardens” (‘Jardines Comestibles), el cual consistía en viajar a lugar como Kansas para trabajar con el paisajismo y desarrollar huertas en tradicionales hogares urbanos.

Marc Herbst, editor del Journal of Aesthetics and Protest, presento un “cabaret performance” (‘actuación de cabaret’) inspirada por la ultima edición de su revista, la cual trataba con el fracaso, manifestando estereotipos culturales y étnicos. 

El artista y activista Dont Rhine habló sobre la lucha contra el SIDA y el trabajo que ha hecho participando de la colaboración Ultra-Red para aumentar la conciencia sobre el problema. Zoe Crosher, un artista que ha documentado los aspectos peculiares de los moteles baratos de una noche en el are, trajo un gerente de motel a la discusión.

Ruben Ortiz-Torres habló sobre las ideas del Panamericanismo expresadas en las populares litografías e ilustraciones graficas que habían surgido de protestas y movimientos sociales a través de las américas. Y Deborah Culle, la coanfitrióna del Institute of Cultural Inquiry, habló sobre las causas perdidas que su organización defendía. La combinación de presentaciones se extendía desde la actuación de cabaret hasta la presentación académica, y aun así, de alguna manera todo parecía girar en torno al tema principal de cómo el arte parece ser una forma común de responder a las luchas que aparentan estar perdidas. De todas maneras, como demostraron los presentadores, y también la búsqueda de Panamerica, la lucha continua.

Próxima parada: Mexicali.

Day 39 / Día 39

Today we entered California, the 13th and final U.S. state that will see the passage of the SPU through its land. ( the schoolhouse has been through New Jersey, New York, Alaska, North Dakota, Minnesota, Wisconsin, Illinois, Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, Arizona, and now California).

We made a futile attempt to escape the L.A. rush hour, through which we had to navigate in order to get to the I-5 that goes to San Francisco, our next stop. As a result of the delay, we found ourselves tired and hungry toward the end of the day, and with no end in sight to our journey. We chose to stop at the nearest town, which turned out to be a Panamerican stop: Buttonwillow, California.  When we entered the quiet town, we immediately sensed something different about it: it felt closer to Cuernavaca than to any average American town.  A recent census estimates that 70% of the population is Latino (there are only around 350 households). Its main source of income are the truckers who stop on the way, with whom we shared a night in Motel Super 8, a surreal location with a swimming pool and a hot tub adjacent to its parking lot that is also practically under the highway. From it, at night, one can see the lights of the trailer trucks, which oddly enough we found very poetic. We discovered a remarkable Salvadoran restaurant (perhaps the largest population here) and sensed elements of a Latino trucker subculture, shown by the popularity of the Salvadoran food here. Buttonwillow seemed to us like an updated Route 66 stop; a makeshift place of respite for a community of commuters, sustained mostly by an immigrant community. After our discussion in Tempe, where we envisioned modes of integration for immigrant communities, we are here now seeing the actual meeting place for two groups that share traits of anonymity and transition.

 

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Hoy entramos a California, el decimotercero y ultimo estado de los EE.UU que presenciara el pasaje del SPU por sus tierras. (La escuela ya ha pasado por  Nueva Jersey, Nueva York, Alaska, Dakota del Norte, Minnesota, Wisconsin, Illinois, Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, Arizona, y ahora California).

En vano intentamos escapar la hora pique del transito de LA, a través de la cual debíamos navegar para tomar la ruta I-5, la cual se dirige hacia San Francisco, nuestra próxima parada. Por culpa de la demora, el final del día nos encontró cansados, hambrientos y sin habernos aproximado demasiado a nuestra meta. Por ende decidimos parar en la ciudad más cercana, que resultó ser una parada Panamericana: Buttonwillow, California. En seguida que entramos en ella, la tranquila ciudad nos dio una sensación diferente: se parecía mas a Cuernavaca que a una ciudad estadounidense común. Un censo reciente calcula que el 70% de la población es latina (sólo hay alrededor de 350 hogares).

Su principal fuente de ingresos viene de los camioneros que se hospedan allí para descansar de su trabajo, y con quienes compartimos una noche en Motel Super 8, un lugar surrealista con una piscina y una bañera de hidromasaje junto a la playa de estacionamiento, ubicada prácticamente debajo de la autopista. Desde el Motel, por la noche, se pueden observar las luces de los camiones de remolque, un espectáculo que nos pareció ser curiosamente poético. Descubrimos un restaurante salvadoreño notable (los salvadoreños probablemente constituyendo la población latina mas numerosa de la ciudad) y presentimos elementos de una subcultura Latino-camionera en la popularidad de su comida. Buttonwillow nos dio la impresión de sur una actualización de la ruta 66 parada; un lugar improvisado de reposo para una comunidad de viajeros, sustentado principalmente por una comunidad de inmigrantes. Después de haber tenido nuestra discusión en Tempe, donde imaginamos modos de integración para las comunidades inmigrantes, aquí estamos, presenciando un verdadero lugar de encuentro para dos comunidades que comparten rasgos de anonimato y de transición.