Day 39 / Día 39

Today we entered California, the 13th and final U.S. state that will see the passage of the SPU through its land. ( the schoolhouse has been through New Jersey, New York, Alaska, North Dakota, Minnesota, Wisconsin, Illinois, Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, Arizona, and now California).

We made a futile attempt to escape the L.A. rush hour, through which we had to navigate in order to get to the I-5 that goes to San Francisco, our next stop. As a result of the delay, we found ourselves tired and hungry toward the end of the day, and with no end in sight to our journey. We chose to stop at the nearest town, which turned out to be a Panamerican stop: Buttonwillow, California.  When we entered the quiet town, we immediately sensed something different about it: it felt closer to Cuernavaca than to any average American town.  A recent census estimates that 70% of the population is Latino (there are only around 350 households). Its main source of income are the truckers who stop on the way, with whom we shared a night in Motel Super 8, a surreal location with a swimming pool and a hot tub adjacent to its parking lot that is also practically under the highway. From it, at night, one can see the lights of the trailer trucks, which oddly enough we found very poetic. We discovered a remarkable Salvadoran restaurant (perhaps the largest population here) and sensed elements of a Latino trucker subculture, shown by the popularity of the Salvadoran food here. Buttonwillow seemed to us like an updated Route 66 stop; a makeshift place of respite for a community of commuters, sustained mostly by an immigrant community. After our discussion in Tempe, where we envisioned modes of integration for immigrant communities, we are here now seeing the actual meeting place for two groups that share traits of anonymity and transition.

 

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Hoy entramos a California, el decimotercero y ultimo estado de los EE.UU que presenciara el pasaje del SPU por sus tierras. (La escuela ya ha pasado por  Nueva Jersey, Nueva York, Alaska, Dakota del Norte, Minnesota, Wisconsin, Illinois, Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, Arizona, y ahora California).

En vano intentamos escapar la hora pique del transito de LA, a través de la cual debíamos navegar para tomar la ruta I-5, la cual se dirige hacia San Francisco, nuestra próxima parada. Por culpa de la demora, el final del día nos encontró cansados, hambrientos y sin habernos aproximado demasiado a nuestra meta. Por ende decidimos parar en la ciudad más cercana, que resultó ser una parada Panamericana: Buttonwillow, California. En seguida que entramos en ella, la tranquila ciudad nos dio una sensación diferente: se parecía mas a Cuernavaca que a una ciudad estadounidense común. Un censo reciente calcula que el 70% de la población es latina (sólo hay alrededor de 350 hogares).

Su principal fuente de ingresos viene de los camioneros que se hospedan allí para descansar de su trabajo, y con quienes compartimos una noche en Motel Super 8, un lugar surrealista con una piscina y una bañera de hidromasaje junto a la playa de estacionamiento, ubicada prácticamente debajo de la autopista. Desde el Motel, por la noche, se pueden observar las luces de los camiones de remolque, un espectáculo que nos pareció ser curiosamente poético. Descubrimos un restaurante salvadoreño notable (los salvadoreños probablemente constituyendo la población latina mas numerosa de la ciudad) y presentimos elementos de una subcultura Latino-camionera en la popularidad de su comida. Buttonwillow nos dio la impresión de sur una actualización de la ruta 66 parada; un lugar improvisado de reposo para una comunidad de viajeros, sustentado principalmente por una comunidad de inmigrantes. Después de haber tenido nuestra discusión en Tempe, donde imaginamos modos de integración para las comunidades inmigrantes, aquí estamos, presenciando un verdadero lugar de encuentro para dos comunidades que comparten rasgos de anonimato y de transición.