Day 15 / Día 15

Mechanical surprises

 

Today we negotiated yet another border –the US/Canada border from Vancouver to Seattle. This time there were definitely less smiles than in the Canadian border. Our documentation attempts were quickly shut down when we were told to turn off our cameras if we didn’t want our equipment to “become part of the U.S. government”. But we did make it through, and after a glorious ride through the 1-5 highway we arrived to Portland at midnight.

Before we departed Vancouver, we took the van to a local shop in the Kitsilano area for a thorough revision and oil change. We had been told by Brennan that the van had been thoroughly checked in Alaska, and that it had received an oil change— which we knew wasn’t true when we reached Whitehorse and discovered that we did not have a drop of oil left. We therefore had assumed that the “thorough revision” had also not been such. But we did not know the extent of the real condition of the vehicle.

After a close examination, the courteous Polish mechanic came into the office with a long list and gave us a grave look, like a doctor with a terminally ill patient. “Oh no”- I thought. “Here goes our budget.” 

The diagnosis was worse than expected. The 1994 vehicle had not been given any major work. All the parts were old. The battery was weak. The shocks were useless. One tire was in very bad shape.  Most seriously, we had no rear breaks left. It was a miracle that we managed to get through the Alaskan highway under these conditions. The 400 lb. weight of the schoolhouse does not help either.

This is the list of the damage. It read like a  sinister mantra:

Left front hose damaged. Replaced front hoses required.

Wheel cylinders leaking. Replacement required.

Rear shoes: 0% remaining. Replacement required.

Front rotors: Replacement required.

Rear tires badly worn. Replacement required.

One exhaust clamp required.

Rear shocks leaking. Replacement required.

Serpentine belt: Replacement required.

Battery failed the test. Replacement required.

The Canadian mechanics worked all day to meet our 5pm departure deadline so that we could make it to Portland tonight. The bill totaled $2250.00— a severe blow to our budget (the Canadian dollar is practically at a 1:1 exchange rate to the US dollar). But at least we now had a safe vessel, I think. We calculate that in the next three months we will add 3.5 years of age of use to the van.

“So, will it make it now to South America?” I asked one of the mechanics. He smiled. “I don’t know. It depends. As long as you keep it locked at all times”.

 

-PH

 

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Sorpresas mecánicas

 

Hoy conseguimos negociar otra frontera más: la de Canadá y Estados Unidos entre Vancouver y Seattle. Esta vez recibimos decididamente menos sonrisas que en la frontera canadiense. Nuestros intentos de documentación del momento fueron coartados puntualmente por un policía que nos dijo que apagáramos nuestras cámaras si no queríamos que nuestro equipo “formara parte del gobierno de Estados Unidos”. Pero al final logramos infiltrar el país y después de un glorioso trayecto por la carretera I-5 llegamos a Portland a la medianoche.

Antes de dejar Vancouver, llevamos la camioneta a un taller local en la zona de Kitsilano para que recibiera una revisión y cambio de aceite. Brennan nos habia dicho que la camioneta había sido revisada en Alaska y que se le había hecho cambio de aceite—lo cual habíamos descubrimos que no era cierto cuando llegamos a Whitehorse y encontramos nuestras reservas de aceite completamente vacías.

Habíamos asumido por consiguiente que la supuesta “revisión exhaustiva” nunca había tomado lugar, pero tampoco sospechábamos las condiciones en las que el vehículo estaba. Después de un cuidadoso examen, el mecánico polaco que nos atendió cortesmente entró a la oficina con una larga lista y nos dirigió una mirada grave, como la de un médico ante un paciente deshauciado. “Aquí le diremos adiós a nuestro presupuesto” .–pensé.

El diagnóstico fue peor de lo que esparábamos. La camioneta año 1994 no habia recibido mayor atención. Todas las partes eran las originales. La batería estaba débil. El amortiguador no servía. Una llanta estaba en pésimo estado. Pero lo más serio era que los frenos traseros estaban completamente desgastados. Era un milagro que hubiésemos podido transitar por la carrereta de Alaska en estas condiciones. El peso de 400 libras de la estructura de la escuela no ayuda tampoco.

Esta es la lista de los daños, que se lee como una mantra siniestra:

Manguera frontal dañada. Se requiere reemplazo de mangueras.

Cilindros goteando. Se requieren reemplazar.

Resta 0% de los frenos traseros. Se requieren reemplazar.

Rotores frontales: Se requieren reeemplazar.

Llantas traseras gastadas. Se requieren reemplazar.

Amortiguadores traseros goteando. Se requieren reemplazar.

Banda: se requiere reemplazar.

El acumulador no pasó el examen. Se requiere reemplazar.

Los mecánicos canadienses trabajaron todo el día para alistar el vehículo para las 5pm, hora en que debíamos de partir hacia Portland. La cuenta ascendió a $2250 dólares — un fuerte golpe a nuestro presupuesto. Pero al menos tenemos ahora una nave segura, o al menos eso creemos. Calculamos que en los siguientes tres meses añadiremos 3.5 años de uso al vehículo.

“Y ahora, cree usted que la camioneta sobreviva hasta Sudamérica?” le pregunté a uno de los mecánicos. Sonriendo, me respondió. “No lo sé. Depende. Siempre y cuando no se le olvide cerrarla con llave”.

 

-PH